MISIONEROS CLARETIANOS
HIJOS DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
Los Misioneros Claretianos nacimos cuando el Padre Claret, inspirado por el Corazón de María, quiso hacer con otros lo que él sólo no podía: anunciar el Evangelio de Jesucristo hasta los confines del mundo.
Desde aquel año 1849 hemos sido muchos los que, tras las huellas de Jesús al estilo de Claret, hemos entregado nuestra vida a Dios y a los demás como evangelizadores.
En 6 palabras, esto es lo que los claretianos somos y vivimos:
En el origen de nuestra vida está la única realidad que nos puede sostener: el AMOR. Dios nos ha amado y nosotros queremos corresponder a su amor: buscamos su rostro, lo intentamos mostrar a todos las personas y acogemos el seguimiento de su Hijo como nuestra regla suprema de vida.
Seguimos a Jesús como Misioneros: Nos enamora el Evangelio y estamos disponibles para ser enviados allí donde Dios quiera que lo anunciemos y poner nuestra casa en cualquier parte del mundo.
Anunciamos el Evangelio por todos los medios posibles: colegios, parroquias e iglesias, misiones en otros países, pastoral infantil y juvenil vocacional, equipos misioneros, formación de agentes de pastoral, pastoral familiar, predicación itinerante, sensibilización misionera, voluntariado, ONGs, internet, editoriales, publicaciones, centros de estudios teológicos, colegios mayores, casas de espiritualidad…
Seguimos a Jesús viviendo en comunidad: hombres de diversas edades, procedencias, lenguas, razas y culturas; unidos por una misma llamada y por un mismo espíritu; una comunidad organizada en función de la misión que desempeñamos.
Seguimos a Jesús entregando la vida como consagrados: Vivimos en castidad, pobreza y obediencia porque queremos responder con generosidad al amor de Dios. Amar con todo lo que somos y amar a todas las personas, especialmente a quienes no se sienten amados.
Seguimos a Jesús como Hijos del Corazón de María: De este corazón aprendemos a escuchar y acoger la Palabra que vamos a anunciar, a vivir desde el servicio, a cuidar los detalles cotidianos en el trato con las personas… María nos enseña que sin corazón, ternura y amor, nuestra misión no es creíble.
QUÉ ES
Es nuestro modo de ser hombres, cristianos, religiosos, apóstoles, y -algunos- sacerdotes. Somos y nos sentimos hijos amados de Dios y de María, con todo su corazón. Dios nos hace arder en caridad hacia él y el prójimo.
NUESTRO PROCESO FORMATIVO
para ayudarte a descubrir tu vocación te ofrecemos varias opciones
Después de haber hecho un proceso inicial de discernimiento de la vocación misionera, el camino formativo de los Misioneros Claretianos se articula en torno a tres grandes etapas: preparación, iniciación y consolidación. El conjunto del camino dura varios años, según las cracterísticas y necesidades de cada persona. El objetivo final es “promover el crecimiento en la unión y configuración con cristo, según el carisma claretiano en la Iglesia, mediante un proceso personalizador, en cada situación concreta y abiertos a la universalidad” (Plan General de Formación, nº12).
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